jueves, 26 de febrero de 2015

Porno.


Sentarse al borde de la cama y sacarse los zapatos. Mirar la habitación en busca de libros, eso es lo primero: la sombra de las ramas del árbol daba directo en el muro que servía de cabecera, una grulla iluminaba con blanco platino lo negro de las sábanas y un grito desde afuera quebraba la incomodidad de lo obvio. Al borde de la cama, haciendo un esfuerzo superior por que los zapatos permanezcan en el pie.
                Un vaso con agua en el piso, al lado de la cama, anunciaba que dormiríamos. Eso y que yo ya no tenía zapatos. Esperando su galante entrada por el umbral de la puerta, practicaba mi postura indiferente más creíble. Miraba una flor que se abría y se cerraba, esperando su llegada. Sin zapatos, la esperaba. Miraba el vaso con agua que, con toda probabilidad, nos auxiliaría durante la noche. Miraba la ausencia de libros en la habitación.
                Esa noche soñé que nos conocíamos desde hace mucho y que, ya viejos, nos tomábamos una piscola en el bar donde nos conocimos, justo horas antes de que llegáramos a estar sentados al borde de su cama, sin zapatos. No le conté el sueño.

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