domingo, 14 de abril de 2019

Auf Wiedersehen


1

Escribir es siempre una manera de despedirse. Nos despedimos de los amigos cada vez que terminamos de escribir algo, de esos amigos que seguirán habitando el recuerdo de una tarde otoño en polerón; pero también nos despedimos de los amores cuando decidimos dar por finalizada una carta. 
Pocas cosas son más difíciles que cerrar una carta de amor, no tanto porque siempre es insuficiente el papel que no puede soportar la tinta de las lágrimas (sean dulces o saladas), sino porque darle fin a una carta de amor significa despedirse dos veces: una, la primera, consiste en despedirse de todo aquello que ya no fue; y otra, la segunda, porque nos despedimos de una persona que no habitará sino un recuerdo de una tarde de verano en la piscina.

2

Me tomó toda una tarde aprender a pronunciar Auf Wiedersehen, una nomenclatura para despedirse en alemán. Una vez que hice mía la pronunciación, no podía dejar de pensar en las situaciones en las que podría llegar a usar la frase. Ejercicio difícil, considerando que implica un cierto optimismo parecido al terrible Hasta luego del castellano o el infantil See you soon! anglo. En alemán suena más como una verdadera despedida, aunque no la signifique. Auf Wiedersehen es algo así como decir que nos veremos pronto, solo si Dios lo permite, pero sabiendo que lo más probable es que no.
Me imaginaba, precisamente, que dos soldados, dos amigos en el campo de batalla se despidieran en alemán.

3

La vida es cada vez más terrible solamente porque cada vez tenemos que despedirnos de más cosas. Primeros nos despedimos de nuestros dientes, luego del colegio y finalmente de la juventud. Despedirse de la vida debe ser la última alegría, un primer saludo: porque despedirse de las despedidas no es una despedida.

jueves, 4 de abril de 2019

Telaraña


No les temo particularmente, pero desde hace algún tiempo que sueño con arañas. No tantas arañas, ni tampoco son tan sueños: en ese momento de duermevela, entre que despierto y aún sigo soñando, puedo ver mi pieza, mi muralla, mi escritorio y mi silla. Y es en la muralla, en el escritorio y en la silla donde veo arañas, a veces un montón o a veces una grande. Y, por lo general, me levanto espantado a fin de hacer algo al respecto. Pero a medida que enfoco mi mirada en las arañas, desaparecen, se desvanecen como si la sensible imagen de un sueño fuera limpiada por la aspereza de la realidad. Anoche, sin embargo, me estaba quedando dormido y un pequeño rayo de luna se filtró para iluminar una araña a pocos centímetros de mi cara: era una araña de rincón que se movía lentamente, como intentando no hacer ruido. Pude, sin embargo, escuchar sus pasitos, acercándose a mi rostro. Pensé, por un instante, que podía ser una de esas imágenes que se me aparecen como fragmento de un sueño. Reaccioné de manera instintiva a aplastarla, me levanté y la envolví en una servilleta. Al despertar por la mañana, recordé lo de la araña y fui a ver el papel que, debería haberla contenido. Pero no había araña, ni tampoco papel.