Hoy
vi a tu ex. Recuerdo cuando me contabas que no podías dejar de ver su blog,
antes de conocerla. Que te producía una sensación erótica culpable el hecho de escribir sobre la dirección de una página porno el nombre de su blog. Algo
del porno seguía presente en el espionaje a su escritura. A pesar de ser un
blog público, me decías, era algo privado de ella. Finalmente no te importaba y
lo hacías de todas maneras, aunque algo de la culpa inicial persistía.
Cuando la conociste, nada de eso
cambió. Seguías escribiéndola encima de otra cosa. No lograste terminar tu
relación anterior y la ponías a ella. Amigo, yo te decía que eso estaba más
allá del bien y del mal, pero que conociéndote, te produciría culpa. Culpa, no
por ella: culpa por ti. Sé cómo terminas tus relaciones. Hoy la vi, y recordé
cómo fue su final. Un final que no termina. Pero la vi y está ahí, siguiendo
una vida propia que, aunque te cueste creerlo, lleva sin ti. Hoy vi a tu ex y
no pude saludarla, porque tengo lealtades. Me sentiría culpable de saludarla.