¿Cuál es la diferencia entre un americano y un espresso? Que el americano lleva agua, le dijo la mesera. La voz de
mi amigo era fuerte, fuerte para lo pequeña que era la sala principal del café.
Lo escuchaba, me contaba con afán un documental que había visto la noche
anterior. Me contaba que era muy parecido a su vida. Extrañaba a su ex. Mi té
se enfriaba a medida que me contaba el documental, que intercalaba su vida, que
recortaba a su ex. De pronto, sin aviso, interrumpió todo: todo ese tejido que
iba armando entre su ex, el documental y su vida, y su ex, y su vida y el
documental. Paró de tejer.
Afuera
hay una mina, no la veí, pero está afuera, me decía. Sus ojos están mirándome,
pero ella no, me decía. Yo la he mirado todo el rato a los ojos, pero está tan
absorta en sus hueás que no se fija en mí, me decía. Yo no alcanzaba a verla,
pero confiaba en mi amigo, confiaba en su tejido.