sábado, 21 de marzo de 2015

Abierto el cielo.


Creo en los milagros.
            El neón se escabullía entre la lluvia. Entre los paraguas cautelosos nos escabullíamos en busca de refugio. Las letras en chino nos desorientaban al contrastarlas con la publicidad de Canal St. 麦当 reluciente frente a los nuevos colores de iPhone, el calor del metro, el santuario chino al fondo. Nos escondimos en la plaza donde una pareja de ancianos juagaba al go. Dado que la lluvia no paraba, nos adentramos en el barrio y buscamos comida. Entramos a una luz amarilla. Tenían árbol de pascua. No hablaban inglés, aunque entendieron General Tso’s chiken! Mientras bebíamos el té, una delgada figura sonriente me trae una galleta. La abro, papel: Believe in miracles.
            Creo en los milagros, como creo en el cielo. El cielo debe estar abierto, tal como abiertos debemos estar para el milagro. Un cielo abierto es un cielo lleno de estrellas, uno en que las constelaciones son infinitas. Un cielo vacío, sin luz, es un cielo cerrado. Para que los milagros ocurran hay que mirar las estrellas.

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