lunes, 6 de julio de 2015

Mitema: imaginación.


El príncipe de la luz fue encerrado durante nueve años. Recordaba las historias de sus antepasados y cómo su abuela, nieta de la princesa de la luz, le contaba del escape de la reina y de la metamorfosis de la princesa. El príncipe se imaginó convertido en cucaracha, se imaginó convertido en castillo. El príncipe imaginaba cada noche en qué podía convertirse: en león, para ahuyentar de un grito a los guardianes; en cuervo, para escapar volando por sobre el bosque; en viento, para azotar como un huracán las tropas que lo retenían. Una noche escuchó el rugido de un león, un cuervo se posó en su ventanilla y un fuerte viento desesperó a los guardianes. Nada más que eso, pensó que fue su imaginación. Eso: fue su imaginación. Siguió imaginando: vientos de fuego que azotaran a los enemigos, ejércitos de hombres de agua que lo vinieran a rescatar, ballenas voladoras que se tragaran los edificios completos.

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